«YO AMO…ELLOS MATAN»

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Buenos Aires Sos (BAS).- Mayo 2007.-(Por Ariel Canzani).-«Sangre grupo A, factor RH negativo, 34 años (en 1973), 12 horas diarias a la búsqueda castradora, inhumana, del sueldo que no alcanza. Dos empleos, escritor surrealista, es decir, realista del sur.», así se presentaba el poeta Roberto Santoro. Roberto Jorge Santoro nacido porteño en 1939, es –afirmación sin posible negación- uno de los más importantes poetas argentinos que utilizan a Buenos Aires como centro de su decir poético. Sabe (y cómo lo sabe!!) que la poesía –como bien lo dijera el filósofo checoslovaco Karen Kosic- no es una realidad de orden inferior al de la economía y el sujeto concreto -el poeta- produce y reproduce la realidad social, al mismo tiempo que es producido y reproducido históricamente en ella-. Toda la obra de Santoro gira alrededor de esa participación de su ser con Buenos Aires (que es lo mismo que decir humanidad total, cuando se tiene capacidad de hacer del tema algo válido para otros seres de la tierra), pero no con el Buenos Aires híbrido o inexistente de tantos impostados cantores a la violeta, sino con un Buenos Aires que él conoce y vive todos los días, y lo que es más genial con el Buenos Aires que todos conocemos, padecemos, soportamos hora a hora, y al que le ha sumado un humor negro delicioso, que es nada más que el resumen del humor negro de cualquier golpeado habitante de nuestra ciudad (existe otro recurso?), que utiliza como buen poeta potencial-anónimo las maravillosas expresiones que Santoro iluminado se anima a colocar en sus poemas, para darnos de esta forma una verdadera y real poesía de Buenos Aires, la indescriptible ciudad metida en «el tercer mundo». «Qué hace el tanque parado en la puerta de mi casa?». «No creo que aguantemos mucho tiempo». «A la hora en que los vigilantes se asustan del hombre de la bolsa/ y el profesor universitario se prueba el corpiño de la abuela». «Hoy remataron a un amigo mío». «En los últimos dos meses se registraron ochenta y cuatro movimientos militares». «En el Palacio de Justicia se instaló un crematorio» son algunas de las numerosas expresionesque forman este libro hermoso y conmovedor, que unido a «Pedradas con mi Patria» y «De tango y lo demás» integran una trilogía insustituible para el que desee conocer,descubrir, respirar algo de lo que Buenos Aires posee entre su maraña de barrios y purretes, de pizzerías y bares, de revoluciones y planes ilogísticos. Santoro, con pocas y exactas palabras, no nos concede tregua. Buenos Aires (el mundo de las ciudades alienadas) nos cae como un aluvión sobre los ojos. «Ballet Balar Babel» es la unión de la necesidad con el arte. Necesidad de decir, en un torrente aparentemente caótico, que le sucede a la vereda llorándole a la historia a veces historieta y otras caca, y arte para los que sufrimos este infierno, pues hallamos en sus sarcásticos juegos de palabras toda la locura poética que se engendra en la polis moderna. «Uno más uno humanidad» es un striptease obsesivo que nos deja como cuando vinimos al mundo:totalmente desnudos y húmedos. No hay mistificación, ni trivialidad, ni el cómodo recurso del no te metas de la mayoría de los poetas de las «des-generaciones» argentinas. Santoro se juega honesta y bellamente usando el millonario lenguaje de «mi Buenos Aires querido». Su jugarse no es una novedad actual, ni una moda para obtener fama. Desde muchacho está inscripto en esa línea. El resumen final es más simple: Santoro es un poeta total y su obra es de primer agua dentro de lo trivial –con sus naturales excepciones- panorama poético argentino. (Artículo publicado en Océano Atlántico Sur, marzo de 1969.)

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