LUCA PRODAN O LA INFINITA MANÍA DE DESNUDAR LA HIPOCRESÍA
— 18 septiembre, 2009 0 12Buenos Aires Sos (BAS).- Enero 2008.- (Por Héctor Sosa).- Un auténtico renegado de la “vieja” Europa, un profundo enamorado de la “locura indómita” de esta ciudad, de Buenos Aires.
Luca Prodan nació en Roma el 17 de mayo de 1953.
Su padre era un italiano especialista en arte oriental, mientras que su madre era escocesa, y la familia tenía mucho dinero. Mucho. Educado en uno de los mejores colegios de Europa (el Grodonstown College), guardó un profundo resentimiento hacía sus viejos hasta el día de su muerte.
En 1975 llegó a la Argentina y se autoproclamó «porteño de ley». Rarezas de los artistas, de transgresores nómades , él habia elegido dónde vivir y dónde dejar de hacerlo.
Pintó,diseñó,cantó.tocó, escribió, tomó (dejando que los límites de los litros de ginebra los pusiera su hígado), armó un grupo emblemático del rock nacional: Sumo. Desde allí disparaba truenos, rayos y centellas de palabras colocadas en formato de canciones, en las que desmistificaba la vida burguesa y «Las rubias taradas».
Paradoja: hacía eso y el mito sobre su persona comenzaba a encarnarse en la noche de Buenos Aires, en circuitos donde «lo normal» corría por cuenta de los hipócritas.
Hace unos días, cuando se cumplieron 20 años de su muerte, la Legislatura porteña aprobó un proyecto donde declara como«Sitio de interés cultural» el lugar en el que vivió sus últimos días Luca Prodan.
El 22 de diciembre de 1987 lo encontraron dormido y soñando para siempre.
«Soy medio vidente -sentenciaba Luca. Todos los temas de Sumo, todos, desde el primer cassette hasta el último, todos son predicciones» , explicaba pocos días antes de morir. «No lo hice a propósito, yo hago los temas en el acto, por ahí hay algún estribillo que ya está. Las letras están hechas en el estudio, yo las hago mientras estoy grabando, me las invento. Y nunca sé de qué carajo estoy hablando. Despuès al año, a los dos años, escucho y pasó exactamente lo que yo había cantado».
Hoy, su último sitio de nómade está allí, en Alsina 451, marcado y escrito en sus puertas por el sentir de sus seguidores.
Rarezas del mundo, que se mueve al ritmo de un «Samba» imparable, la casa está a unos metros de la UOM -Unión Obrero Metalúrgica-, a cien metros de unos de los mayores genocidas de este país que supo parir (que no fueron pocos), Julio Argentino (¿…?) Roca y al lado de una vieja casona de dos pisos, que parece haberse suspendido en el tiempo a la espera de la entrada o salida de Luca.
De sus ladrillos brotan verdes, ocres y marrones hiedras, enredaderas y plantas de extraña rareza. Como si vinieran de otros siglos, de lugares a los que el apuro de la ciudad -vértigo no llegó.
Extraño, su último parador nada tiene que ver con una geografía rockera. Allí , desde temprano humanos (miles) se mueven al compás del reloj y la corbata. De noche, cartoneros en bùsqueda de papeles y patrulleros en búsqueda de ……
¿Qué diría Luca si se enterara que su última morada es ahora de «interés cultural»?.
Quizás algunas pistas las encontremos en su ayer, en sus decires, en su provocación permanente con la palabra, como cuando decía:
*»El colegio donde me mandaron es un gran rollo mío. allí me enseñaron mucho, pero al mismo tiempo aprendí que la sociedad quiere que seas una marioneta: cuanto más famoso y mejor es el colegio, más marioneta vas a salir o, si no , más loco. Yo salí loco».
*»Yo también soy un payaso, pero no me pinto ni hago todas esas cosas. Basta de aquel payaso que llora! Que rompebolas! Esos payasos me aburren…»
Y de sus letras compartidas -varias- con sus compañeros de Sumo, va el final con un lugar que amaba, y en donde se destiñe «el europeo» y se tiñe el vuelo de alguien que conocía por que ciudad gastaba su suela:
Mañana en el Abasto
Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor.
No tengas miedo, no, me pelé por mi trabajo,
las lentes son para el sol y para la gente que me da asco.
No vayas a la escuela por que San Martín te espera,
estás todo el día sola y mirás mi campera.
Tomates podridos por las calles del Abasto,
podridos por el sol que quiebra las calles del Abasto.
Hombre sentado ahí, con su botella de Resero,
los bares tristes y vacíos ya, por la clausura del Abasto.
José Luis y su novia se besan por ahí en el Abasto,
yo paso y me saludan bajo la sombra del Abasto.
Parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto,
Sergio trabaja en el bar en la estación del Abasto,
piensa siempre más y más, será por el aburrimiento.
Subte Línea B y yo me alejo más del cielo,
ahí escucho el tren, ahí escucho el tren,
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo.
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