LOS CINES ATLAS Y NORMANDIE CERRARON SUS PUERTAS

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Buenos Aires Sos.- 2 de noviembre de 2010.- Cerraron sus puertas dos clásicos de la segunda peatonal más transitada de la ciudad, los cines Atlas y Normandie, apagaron las marquesinas y, con esto, ensombrecen un poco más a la tradicional calle Lavalle.

En junio de este año  www.c0210005.ferozo.com públicó una nota titulada «El cementerio de los cines» y podìa leerse que «Durante el auge menemista, del Salariazo y la Revolución Productiva,se le vino la noche a la peatonal, a los cines, a la gente, entre 1993 y 1999 fueron cerrando las imponentes salas cinematográficas. Hoy sólo quedan el Atlas, Normandie y Monumental, de un total de 34.  En 2007, en recuerdo a estos cines , el gobierno de la ciudad colocó placas de granito sobre la otrora entrada, con los nombres y fecha de inauguración y cierre de cada sala.

Tal como si se tratara de lápidas. Dan esa sensación, no pueden dar otra. Sólo falta la inscripción Q.E.P.D.

El caminante atento, las mira solemne, y le parece una falta de respeto pisarlas, grises, frías, a la que sólo falta el florero con flores de plástico. Va deambulando entre las tumbas, perdón entre las lápidas, perdón entre las placas del Trocadero (1914-1998) hoy paseo de compras; del Ambassador (1941-1998) hoy Ambassador Factory Oulet, único que dejo intacto el edificio; cine Sarmiento (1940) hoy un Bingo; por último, para salir del cementerio, el caminante se detiene para escuchar el responso que la Iglesia Universal del Reino de Dios le brinda al cine Iguazú».

El cine Atlas fue construido en 1966  por el arquitecto Alberto Prebisch, autor del Obelisco y del Gran Rex. Tenía capacidad para 1900 personas y una pantalla de 23×10 metros, siendo durante casi 40 años la más grande del país.  El Normandie, en tanto, tenía capacidad para 1.100 espectadores. En total, las ocho salas del complejo que conformaban, podían albergar a tres mil personas.

El ex director del Incaa, José Miguel Onaindia, viene observando el fenómeno desde hace tiempo, al punto que cuando semanas atrás cerró el complejo Suipacha, conocido como Tita Merello, hizo una presentación ante la Legislatura porteña para que el Gobierno se ocupe de rescatarlo. Su hipótesis al respecto: «El público se retira cuando se deja de dar servicios acordes», explica. «Éstas son zonas que se transformaron, y que hoy son de difícil acceso. El centro cultural de la ciudad se fue corriendo y no hubo decisiones privadas ni gubernamentales para revertir la tendencia». Es por esto que, desde su punto de vista, la revitalización de la calle Lavalle, más que un emprendimiento unilateral privado, debe ser una acción conjunta de las áreas de Cultura, Espacio Público y Seguridad de la Ciudad.

Hoy, en la porteña Lavalle, sólo permanece el cine Monumental.

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