EL VIAJERO DE LA ETERNIDAD
— 16 septiembre, 2009 0 14Buenos Aires Sos (BAS). Abril del 2007.- (Por Gabriela Sharpe).-El Eternauta presenta al lector una Buenos Aires inusual y original, invadida por extraterrestres, donde sus habitantes responden con solidaridad y valentía. «El Eternauta», la historieta más exitosa, famosa y espectacular que haya sido creada en la Argentina. Esta obra, fruto de la inventiva del recordado Héctor Germán Oesterheld (1917 – 1977), y del dibujante Francisco Solano López, fue publicada por primera vez en la revista «Hora Cero», en 1957, y desde ese momento, fue relanzada, reeditada y leída por generaciones, que disfrutaron de esta aventura, la aventura que narra la invasión a Buenos Aires y la lucha por la resistencia. Así comienza esta historia:»Era de madrugada, apenas las tres. No había una luz en las casas de la vecindad…de pronto un crujido, un crujido en la silla enfrente mío, la silla que siempre ocupan los que vienen a charlar conmigo…» «Si el Martín Fierro, un poema criollo y popular, pudo plantarse como la gran novela fundante de nuestra literatura, por qué no tirar de la cuerda y afirmar lo mismo de esta historieta que se llamó El Eternauta», dijo Guillermo Saccomanno. La historieta comienza en una casita de Vicente López en la que cuatro amigos juegan al truco, cuando de pronto empieza a nevar y todos los que eran tocados por esos extraños copos fluorescentes morían de inmediato. El encierro salvó a los amigos, que se contaron entre los escasos sobrevivientes. Pero para sorpresa de todos, la catástrofe apenas resultó el anuncio de una invasión extraterrestre que buscaba someter al planeta. Juan Salvo, un hombre común, se convierte en jefe de la resistencia contra el poder infame de los Ellos -que nunca muestran su rostro- y sus terribles ejércitos: los cascarudos, los hombres-robot manejados por los Manos, a quienes le inyectan al nacer la glándula del miedo para asegurarse su fidelidad. Los Ellos, seres con una tecnología muy superior a la nuestra, capaces de esclavizar a cuanta civilización encuentren en la Tierra. La ciudad de Buenos Aires, con todos sus detalles reconocibles –la avenida Santa Fe, el estadio de River, la rotonda de la General Paz, Plaza Italia, las barrancas de Belgrano o la Plaza Congreso donde se había instalado el comando invasor-, terminó siendo escenario de terribles enfrentamientos que dejaban muertos y desaparecidos, como ocurriría realmente dos décadas más tarde. Muertos y desaparecidos. Ficción y realidad vuelven a confundirse. La ficción -influenciada por el pensamiento político del autor- es producto de un narrador competente que revela un sesgo crítico hacia la sociedad de consumo y hacia el héroe solitario que siempre nos muestra Hollywood. La ficción es la historia de Juan Salvo –jefe de la resistencia y su trágica aventura, que lo dejó perdido en el espacio. La realidad, Héctor Oesterheld, es uno de los 30 mil detenidos-desaparecidos. Tanto él, como sus hijas Estela, Diana, Beatriz y Marina, y dos yernos, todos militantes de Montoneros, fueron asesinados por la dictadura militar argentina en 1977. Dos de sus hijas estaban embarazadas, y dos de sus nietos fueron devueltos a Elsa, su mujer, y a su familia paterna. . «El viejo», así lo llamaban tenía casi 60 años cuando represores del terrorismo de Estado se lo llevaron. Hay numerosos testigos que declararon que lo vieron con un grupo de intelectuales en el campo de concentración conocido como Vesubio y más tarde en el denominado Sheraton. Se rumorea por las calles de Buenos Aires que al igual que Juan Salvo, protagonista de El Eternauta, quien rechazaba las propuestas de los Ellos, quienes solían decir para convencer a los humanos que «ustedes, hombres, tienen una sola esperanza de salvación: si no quieren la aniquilación total pueden entregarse voluntariamente y haremos de ustedes hombres robot. Seguramente Oesterheld respondió a sus torturadores con el prólogo de su historieta: «El único héroe es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo».
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