Buenos Aires SOS

17 de diciembre de 2016.- El cuestionamiento que hacen los bailarines del Ballet Estable del Teatro Colón (BETC) respecto al uso que el director Darío Lopérfido ha decidido priorizar para su sala principal no parte de consideraciones estéticas sino de que el cronograma de uso ha terminado desalojándolos de su propia casa. Así, por ejemplo, ayer la sala estuvo ocupada por un concierto de Cacho Castaña y el BETC tiene que presentar «Giselle» en el anfiteatro del parque Centenario

Además del uso del espacio plantean los bailarines que para la temporada 2017 tiene programados apenas cuatro títulos y 22 funciones en el Colón. En comparación, el Ballet del San Martín, que espera poder contar con su teatro rehabilitado para el próximo año en que se festeja el 40 aniversario de su existencia de la compañía, prevé realizar no menos de 40 funciones.

Los integrantes del BETC responsabilizan por esta situación directamente al director del ballet, Maximiliano Guerra, designado en febrero de 2015 por Darío Lopérfido. «Desde que asumió esta dirección, seguimos esperando resultados a los pedidos que ha realizado constantemente la compañía». Entre esas promesas incumplidas enumeran la necesidad de un grupo médico especializado (porque «ni siquiera es posible conseguir una bolsa de hielo al instante en que un bailarín sufre una caída, un golpe o una lesión), un gimnasioa equipado, camas Pilates, barras perimetrales y una nueva iluminación para la sala 9 de Julio, además de mayor cantidad de funciones en el teatro.