Duro comunicado del Colectivo de Cineastas

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«El 26 BAFICI nos encuentra sumergidxs en una maraña de sentimientos. Celebramos fuerte cada estreno y cada proyección de las películas nacionales que fueron programadas, felicitamos fuerte a cada equipo que participó en cada una de ellas, aplaudimos fuerte cada historia compartida. Sin embargo, la perspectiva del presente se torna cruel», expresa la agrupación Colectivo de Cineastas, que reúne a una diversidad de realizadores argentinos, en un mensaje publicado este martes en redes sociales.

«El Instituto Nacional de Cine se transformó en una pesadilla: en el tiempo que lleva la actual gestión, ninguna película recibió apoyos nacionales», continúa el comunicado. «Los escasísimos concursos abiertos para nuevos proyectos no están cumpliendo sus propios calendarios, y la incapacidad de las autoridades de formar siquiera un jurado, no hacen más que reafirmar la desidia en la que se ve envuelto el INCAA. Los pasillos del edificio de la calle Lima están vacíos, se ve concretamente la desfinanciación de programas y áreas que acercaban el cine a las personas. Los despidos llegan a 500 familias. No hay respuestas claras para las películas que quedaron varadas. Sin adelantos de subsidios ni reglas claras para asumir co-producciones internacionales, las películas se están quedando en el camino».

«El 26 BAFICI nos encuentra sumergidxs en una maraña de sentimientos. Celebramos fuerte cada estreno y cada proyección de las películas nacionales que fueron programadas, felicitamos fuerte a cada equipo que participó en cada una de ellas, aplaudimos fuerte cada historia compartida. Sin embargo, la perspectiva del presente se torna cruel», expresa la agrupación Colectivo de Cineastas, que reúne a una diversidad de realizadores argentinos, en un mensaje publicado este martes en redes sociales.

«El Instituto Nacional de Cine se transformó en una pesadilla: en el tiempo que lleva la actual gestión, ninguna película recibió apoyos nacionales», continúa el comunicado. «Los escasísimos concursos abiertos para nuevos proyectos no están cumpliendo sus propios calendarios, y la incapacidad de las autoridades de formar siquiera un jurado, no hacen más que reafirmar la desidia en la que se ve envuelto el INCAA. Los pasillos del edificio de la calle Lima están vacíos, se ve concretamente la desfinanciación de programas y áreas que acercaban el cine a las personas. Los despidos llegan a 500 familias. No hay respuestas claras para las películas que quedaron varadas. Sin adelantos de subsidios ni reglas claras para asumir co-producciones internacionales, las películas se están quedando en el camino».

La vigésimo sexta edición del Bafici, que está actualmente en curso y que finaliza el próximo domingo, tiene al cine argentino en un rol central, con 116 películas (61 largos, dos mediometrajes y 53 cortos) distribuidas la mayoría de sus secciones. Pero en todos los casos se trata de películas y proyectos que vienen gestándose desde hace bastante tiempo atrás y que recién ahora están en condiciones de llegar al lanzamiento en el festival porteño. La incertidumbre es total con respecto al futuro que tendrán estas películas, que ya no están amparadas con una cuota de pantalla que defienda los estrenos nacionales y con un Incaa que se ha desentendido por completo de su rol de promover y difundir al cine argentino.

El mensaje del Colectivo de Cineastas continúa, sin embargo, con un llamado a la resistencia, no exento de realismo: «Repetimos, fuerte, que vamos a seguir haciendo cine, como sea. Porque es nuestra forma de vida, porque es lo que sabemos hacer, porque de esta profesión aprendimos a vivir y a compartir. Repetimos que vamos a seguir haciendo cine porque también es un derecho. Así lo aprendimos y así necesitamos defenderlo. Porque el cine es una forma de acercarnos, de contar, de vernos unxs a lxs otrxs. El cine es una forma de empatizar. Habrán películas más austeras, filmadas con celulares, producciones cada vez más chicas. Pero el problema no es la falta de tecnología, sino la indiferencia que se percibe frente a lo que nos pasa. La crisis profunda que estamos viviendo como sector, no solo afecta a la cantidad de películas: es la capacidad que tiene nuestra sociedad para contarse a sí misma. Cuando un país abandona su cultura, no solo pierde una industria. Pierde el lenguaje para entender sus propios conflictos y soñar su futuro».

Y el mensaje concluye:  «Frente a un mercado que homogeneiza las producciones y tiende a monopolizar los sistemas de distribución, las políticas públicas son una necesidad para que la pluralidad tenga lugar. Tenemos una ley de cine y un Instituto con recursos propios que hoy no están siendo puestos para fomentar al cine, tampoco hay proyectos en el corto y mediano plazo para apoyar e incentivar a toda la diversidad del cine que se produce en todo el país. Como cineastas argentinxs, trabajadorxs de la cultura, seguimos bregando por recursos públicos para sostener una cadena de valor que es económica y también simbólica. Porque el cine argentino existe, aunque quieran negarlo».

Buenos Aires Sos

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