
Cuál es el estado de salud mental de los argentinos
— 14 marzo, 2025 0 1
Seis de cada diez argentinos presentan alguna alteración del sueño y uno de cada diez presenta riesgo de padecer un trastorno mental, número que se mantiene estable desde la pandemia y que es más alto en los más jóvenes, donde también es mayor el riesgo suicida. Así lo advierte un estudio presentado por el Observatorio de Psicología Social Argentino (OPSA), dependiente de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, que viene realizando anualmente estudios de este tipo desde 2019 y que se presentó esta semana.
Desde las primeras mediciones aumentó significativamente la cantidad de personas que están durmiendo menos de lo habitual, algo que incide directamente en la salud física y mental: del 10%, al comienzo de 2020, pre pandemia al 38% en la última medición, de noviembre de 2024.
“El estado de salud mental requiere políticas de monitoreo, detección precoz e intervención. Se recomiendan políticas de promoción de la salud que alienten conductas saludables, desalienten conductas problemáticas, e incrementen el acceso de la población a tratamientos psicológicos”, recomienda el informe.
El objetivo del estudio de estado de la salud mental, explican los autores, es relevar “la prevalencia de la sintomatología psicológica inespecífica, depresiva, ansiosa, y el riesgo suicida, de población adulta, de 18 a 65 años”. Para ello, analiza la relación entre síntomas psíquicos, rasgos patológicos de personalidad y conductas vinculadas con hábitos saludables y poco saludables, se explica. También indaga acerca del acceso de la población general a tratamientos y la percepción de necesidad de los mismos, así como los posibles obstáculos para recibir atención. El diagnóstico indica que los problemas son muchos y la posibilidad de acceder a ayuda, escasa.
Para hacer el diagnóstico, se administraron cuestionarios online en una muestra de 4822 casos. Los participantes debieron responder distintos cuestionarios, uno de ellos, sobre la presencia de sintomatología psicológica inespecífica en relación con 27 síntomas sufridos durante la última semana, en una escala de 0 a 4, donde 0 es nada y 4, mucho.
“La muestra presenta considerables niveles de riesgo de padecer un trastorno mental. Este riesgo es significativamente mayor, así como la sintomatología depresiva y ansiosa, en los participantes más jóvenes y que se autoperciben de sectores socioeconómicos bajos. Los datos replican los observados en estudios previos, destacándose la necesidad de políticas activas de salud mental a través de la promoción de conductas saludables, el incremento del acceso a tratamientos psicológicos y el desaliento de las conductas problemáticas”, señala el estudio.
Según los datos relevados, el 8,7% de los participantes presentaron riesgo de padecer un trastorno mental. Y entre los que tienen de 20 a 40 años, el riesgo llega al 12% y 13% de la población. Los jóvenes muestran los puntajes más altos de riesgo suicida, mientras que disminuyen progresivamente con la edad.
El 51,1% de los participantes considera que se encuentra atravesando una crisis. Solamente 1009 participantes informaron el tipo de crisis: de ellos, el 45% mencionó una crisis familiar, el 45%, económica (por ejemplo, ingresos bajos, deudas) y el 38,5%, una crisis vital. Luego se mencionaron: crisis de pareja, duelo, vocacional, identidad, por violencia de diferentes tipos (familiar, género, laboral) y migración.
Según los resultados, el 26% de los participantes informó recibir tratamiento psicológico y de los que no, el 55,3% consideró necesitarlo. Los participantes de menor nivel socioeconómico percibido y menor edad mostraron indicadores de mayor sintomatología ansiosa y depresiva.
De los 4822 participantes de este estudio, el 49,1 % toma medicación por un problema clínico (por ejemplo, hipertensión), el 24,9%, para dormir, el 22,6% para disminuir la ansiedad, el 16,5% para mejorar su estado de ánimo, el 16,2 % para relajarse y el 7,8% para manejar sus nervios. El 5,4 % toma medicación sin receta
“El malestar psicológico es el resultado de numerosos factores. La forma en la que interpretamos la realidad y regulamos nuestras emociones se encuentran moduladas por nuestra herencia, las experiencias tempranas y el medio social”, dice el documento. Y agrega: “La regulación emocional es más probable cuando el contexto es previsible, ordenado y estable. Los contextos de cambio e incertidumbre suponen un esfuerzo para las personas con menores recursos psicológicos (pero también materiales), dificultando el alcance de la regulación emocional. Por lo tanto, los contextos adversos e inestables constituyen un desafío mayor para la regulación emocional de las personas”, apunta.
El 48,6% de los participantes presentaron niveles de ansiedad entre moderada y severa y el 40,3% niveles de depresión entre moderada y severa. La sintomatología ansiosa consiste en un estado de alerta, preocupación y excitación. Se trata de respuestas emocionales ante el peligro percibido, que afectan particularmente aspectos fisiológicos que indican la intensidad de los síntomas, como la activación automática y ciertos aspectos cognitivos, como pensamientos disfuncionales y exagerados. Los síntomas típicos son hormigueo, sensación de calor intenso, debilidad de piernas, incapacidad para relajarse, miedo, mareos, palpitaciones, sensación de ahogo y sudoración, miedo a perder el control, miedo a morir, entre otros.
Cuando se les preguntó a los participantes ¿qué hace cuando experimenta malestar psicológico o tiene problemas emocionales? (se podían marcar varias opciones), las respuestas fueron: el 35,8% dialoga con amigos, el 22,1% practica el rezo, el 22% recurren a un profesional psicólogo, el 21,2% toma medicación, el 16,4% hace deporte, y el 4,4% consume alcohol, entre otras.
El estudio dice que las conductas implementadas por las personas para lidiar con el malestar psicológico pueden incrementarlo o atenuarlo. Se indagó la práctica de algunas conductas saludables tales como la realización de actividad física, deportiva, la vida sexual y la práctica religiosa. El 22% de los participantes dijeron recurrir al rezo en momentos de crisis. “Con respecto al nivel de satisfacción sexual, el 15,3% de los 4822 participantes se encuentra muy satisfecho, el 14,6 % algo satisfecho, el 44,7 % ni satisfecho ni insatisfecho, mientras que el 11,2 % algo insatisfecho y el 14,2 % muy insatisfecho”, dice el trabajo.
El 56% de los participantes realiza actividad física mientras que el restante 44%, no. “Se observaron diferencias en sintomatología ansiosa y depresiva según los participantes realizaran o no actividad física”, dice el informe.
El 60,5% de los consultados dijo tener dificultades frecuentes y ocasionales para dormir. Solamente el 20,3% dijo no tener problemas al dormir. El informe apunta al impacto psicológico del mal dormir, que según la serie de estudios se viene agravando desde la primera medición: “este porcentaje es mayor que el registrado en nuestros estudios previos: 41,1 % en marzo de 2020; 48,6 % en mayo de 2020; 46,5% en julio de 2020; 51,9% en octubre de 2020; 57,5% en 2021; 60% en 2022″, se detalla. El 2023 no figura porque se tomó otra medida de sueño. Un dato significativo es que de 2020 a hoy aumentó de la cantidad de personas que duermen cada vez menos. “Es llamativo que haya descendido el riesgo de trastorno mental (en 2023 fue de 9,4%) mientras las personas duermen cada vez menos. Sobre todo este segmento de la población ha aumentado significativamente a través de los años: pasó del 10,5% de los participantes en marzo de 2020 a 38,2% en este estudio”, dice.
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