A VECES LAS TELENOVELAS VAN MÁS ALLÁ DEL ENTRETENIMIENTO

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Buenos Aires Sos (BAS).- Noviembre 2008.- (Por Héctor Corti).- La televisión, el medio masivo de comunicación quizá más cuestionado, a veces incluye en su grilla programas que, aún en su función de entretener, dan respuestas positivas al ser capaces de instalar temas para el conocimiento, la difusión y el debate del conjunto de la sociedad.

La telenovela Vidas Robadas, exitoso ciclo que acaba de finalizar no es el único ejemplo, pero sí el más cercano, de lo que es posible conseguir a través de una pantalla, cuando la propuesta tiene calidad, inteligencia y profesionalismo.

 

La trata de personas, eje principal de la historia basada en un hecho de la vida real, no tendría que haber sido un tema inadvertido para la mayor parte de la sociedad. Pero la realidad es que se necesitó que se convirtiera en una ficción y saliera al aire por un canal de TV –Telefé- para que comenzara a conocerse de forma masiva.

«Nadie dejó de hacer la revolución por ver novelas», afirmó la especialista en el género e investigadora Nora Mazziotti, al reivindicar este formato televisivo en una entrevista publicada oportunamente por el Observatorio de Medios de la UTPBA.

Aunque Vidas Robadas no produjo una revolución, sí se puede afirmar que desde su espacio en horario central -donde acumuló un importante nivel de audiencia- logró mediante sus personajes que el tema central se instalara en cada hogar, y provocó extenderlo en conversaciones y debates entre los integrantes de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo o los vecinos del barrio. Y eso no es poco.

Dijo Susana Trimarco, madre de Marita Verón, la joven personificada por Juliana que todavía permanece secuestrada por una red de prostitución, que «la brutalidad con que se manejan los cobardes que forman parte de esas redes es aún mayor a la que mostró el programa. De todas maneras, Vidas robadas ha servido de mucho» porque «no hay una persona de las distintas partes de la Argentina que no haya visto la novela y no me haya expresado la forma en que Vidas robadas les abrió los ojos».

Durante todo este tiempo los diarios no estuvieron ajenos al fenómeno que se generó en torno al programa. En muchos casos fueron publicando críticas favorables que contribuyeron a su difusión, y en algunos otros avanzaron un poco más al realizar investigaciones periodísticas, incluir en su agenda noticias y hasta dedicar alguna editorial a este delito violatorio de los derechos humanos.

Sin embargo, y en la mayoría de los mismos diarios, la contribución de esas notas periodísticas para terminar con la trata de personas y condenar a los traficantes y explotadores, quedaron empañadas algunas páginas más adelante con la publicación de avisos que promueve el consumo de prostitución.

¿Paradoja? ¿Mensaje contradictorio? Lo cierto es que una vez más el interés comercial, aunque represente migajas en los balances de esas empresas, prima sobre la coherencia. Y entonces no importa demasiado si detrás de cada anuncio hay muchas más Maritas o Julianas de las que pensamos. No importa si son decenas, cientos o miles las Susanas Trimarco que buscan desde hace año a sus hijas esclavizadas. No importa si a través de cada aviso se logra aumentar la demanda de sexo, lo que indefectiblemente y por la ley del mercado capitalista, desembocará en la multiplicación de los burdeles y los prostíbulos.

Se puede pensar que la responsabilidad última de darle un corte definitivo a este problema está en manos de la Justicia. Y es verdad. Pero mientras tanto, ¿los medios de comunicación no tienen ninguna responsabilidad social sobre lo que se publica y se publicita? Sus propietarios tienen la respuesta y la sociedad también (Publicada en ANC-UTPBA).

 

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