El actual propietario del Luna Park es Stadium Luna Park S.A., empresa de la que son accionistas por partes iguales el Arzobispado de Buenos Aires y la Institución Salesiana, aprobó por unanimidad el 16 de octubre pasado la entrega en concesión del Luna Park a DF Entertainment del empresario Diego Finkelstein controlada por la multinacional norteamericana Live Nation Entertainment Inc. Por contrato, Diego Finkelstein será el gerenciador del nuevo estadio. También debe ser el responsable de negociar la demolición y las nuevas obras con los funcionarios públicos. No obstante, la Ley indica que cualquier gestión referida al edificio debe realizarla por ley su propietario, es decir, la Iglesia.
Por contrato, la fecha de entrega del Luna Park al gerenciador fue acordada para el 2 de enero de 2025 y el plazo de la concesión acordado es de 20 años, sumados a otros 20 de prórroga, es decir, 40 años en total. La inversión inicial a cargo de Live Nation Entertainment Inc. y DF Entertainment para la obra es de US$ 34 millones, destinada a demoler el Luna Park y construir un nuevo estadio que extenderá su capacidad de los 8.400 espectadores actuales a un aforo de 13.000, a pesar de estar prohibido. A cambio, la Iglesia recibirá inmediatamente el pago de 1 millón de dólares como “prima” por la firma del contrato, y 1 millón de dólares por año a lo largo de los 40 años de concesión.
Por haber sido declarado Monumento Histórico Nacional y estar ubicado en un Área de Protección Histórica, existen una serie de restricciones y limitaciones que se deben respetar en caso de querer modificar el Luna Park, por lo que no es legalmente posible modificar su volumen, estructura interior, estilo y fachadas, mucho menos demolerlo.
A pesar de ello, los planes de inversión y arquitectónicos aprobados por contrato entre la Iglesia y los nuevos concesionarios permiten demoler el estadio, modificar su interior y sus fachadas, y construir uno nuevo, sumando además dos niveles adicionales en altura (para ubicar los palcos) y dos niveles subterráneos (como estacionamiento), que el edificio histórico no tiene. El crecimiento del 53% en el aforo de espectadores y la incorporación de nuevos servicios se logrará con la construcción de un edificio mucho más grande y de mayor altura, luego de demoler el existente.
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