MOSCATO, PIZZA E HISTORIA

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Buenos Aires SOS.- 17 de enero de 2011.- (Por Fátima Montivero).- » El Cuartito, la buena pizza» anuncia el cartel de luces de neón de la entrada.  Y es verdad, esta pizzería, fundada en 1934, lleva 76 años preparando una de las mejores pizzas porteñas.

Cada porteño que se precie de tal cree conocer el lugar donde se come la pizza más rica de Buenos Aires.  Algunos sugieren Angelito, otros Las Cuartetas, algunos Imperio, los más tradicionalistas disfrutan del «Moscato, Pizza y Faina» de Kentucky, si caminan por Corrientes entran en Güerrín o si quieren disfrutar de la tradicional pizza de cancha -o «canchera»- se dan una vuelta por El Fortín.  Pero en el corazón de Barrio Norte, ahí donde ahora todo compite por lo «chic», se cuela El Cuartito, una de estas pizzerías que no podrían faltar en la menos trabajada de las guías turísticas para recorrer la  ciudad.

En la vereda de Talcahuano 937, donde para muchos se come «la mejor pizza de la ciudad», cuesta encontrar menos de una docena de personas en sala de epera.  Una vez adentro, la opción se bifurca: o se presta un tiempo más a que el mozo asigne una mesa o se come de parado.  La barra es la elección de aquellos que se hacen una escapada al mediodía para disfrutar de lo que este lugar tiene para dar.

Mozos que vienen y que van, se mueven con gran rapidez y destreza, hablando casi a los gritos.  No se podría hablar o escribir acerca de El Cuartito si no se hiciera referencia a ellos.  No se trata sólo de la excelente comida que este lugar ofrece o de su característica ambientación, sino que la atención que se brinda es también una parte fundamental de su esencia.  Quienes toman los pedidos son hombres, todos ellos con notoria experiencia en el oficio, reconocen a los clientes habituales y los ubican en las mesas de preferencia, sirven alguna que otra porción de fainá de cortesía y realizan pequeños descuentos (que luego, todo buen cliente sabrá reconocer al dejar la propina).

El ambiente es bullicioso, sobresalen los gritos de los mozos por encima del sonido de los moldes, platos, vasos, cubiertos, conversaciones y risas; todos estos elementos componen la sinfonía de El Cuartito.  No se trata, claro está, del lugar indicado si se busca disfrutar de una cena íntima.  Cualquier pareja podría sentirse apabullada entre tanta gente y ruido.  En cambio, sí lo es si se quiere disfrutar de una generosa pizza con amigos.  Y cuanto más numeroso sea el grupo, mejor.

Puede distinguirse con gran facilidad a los que juegan de local de los visitantes.  Los primeros, saben qué pedir: no necesitan mirar la carta, conversan en voz alta, realmente alta, y charlan con los mozos.  Los segundos, que por lo general se acercan a El Cuartito por recomendación, obervan al resto de los comensales, se muestran tímidos e indecisos a la hora de elegir alguna de las prestigiosas pizzas.

Sin importar cuán hambriento se esté, resulta imposible no detenerse a mirar las paredes de los dos inmensos salones en las que se exhibe gran parte de la cultura popular de los últimos 70 años.  Son cientos de afiches y fotografías del mundo deportivo, del fútbol y el boxeo principalmente, y de figuras de la farándula, muchos de ellos con dedicatoria y autógrafo incluido.

Al momento de pedir las pizzas es fundamental recordar que se está en un templo del placer y suspender la culpa por las calorías (y por algunos precios, sobre todo en la bebida), El Cuartito es un lugar para comer bien y salir con la barriga hinchada -de felicidad-.  Las pizzas son de media masa, gorditas pero no tanto, con abundante queso mozzarella que chorrea por los costados de cada porción, que al ser servidas forman hilos de hasta medio metro de longitud.  Imperdibles las clásicas como la de mozzarella, lanapolitana, la de fugazzetta y la de anchoas.  En torno a esta última suele generarse la discusión, por un lado se encuentran los puristas que sostienen que «la pizza de anchoas jamás lleva queso», también están aquellos menos ortodoxos que comentan que «está bien, no lleva queso pero me gustaría probarla con queso», o también los fundamentalistas que exclaman que «una pizza sin queso no es pizza», haciendo caso omiso de manjares como la fugazza o la pizza de cancha.  También son recomendables la Atomic, con longaniza y salsa tabasco y la Tutti cuanti, que tiene de todo un poco.

Los postres que se sirven son los más tradicionales: arroz con leche, budín de pan, flan y tarantela.  Para beber, siempre se puede recurrir a una cerveza bien fría, o bien se puede optar por un generoso moscato con un poco de hielo y soda.

Para aquellos que buscan pizzas sofisticadas con un toque gourmet, este no es el lugar.  Ni siquiera se molesten en preguntar, no encontrarán queso de cabra ni hojas de rúcula.

El Cuartito es un lugar para comer pizzas como las de antes, de porciones abundantes con mucho queso, donde siempre hay a mano orégano y ají molido para agregar a gusto.  Como sabiamente reza la canción de Memphis: «Moscato, pizza y fainá…» una tríada infalible.

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