RIACHUELO 200 AÑOS DE CONTAMINACIÓN

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Buenos Aires Sos.- 19 de mayo de 2010.- (Por Gabriela Sharpe).- Para conmemorar el bicentenario de la contaminación y reclamar por el saneamiento definitivo del Riachuelo, la organización Greenpeace colgó del Puente de La Boca un cartel, de 80 metros de largo, con la leyenda «Riachuelo 200 años de contaminación».

No es que uno sea un amargado de la vida, que se la pase llorando en los rincones o desgarrándose las vestiduras por pamplinas. Tampoco uno pretende convertirse en aguafiestas de las reuniones y ver todo siempre negro. Pero, a veces, duele mirar lo cotidiano, y es más doloroso aún, ver de qué modo se dilapida el dinero de los contribuyentes.

No está nada mal la reapertura del teatro Colón, por tomar un ejemplo, lo que sí puede ser cuestionable es el presupuesto que se asigna para la pantalla, de 80 metros por 60, que se usará en la fachada del teatro, donde se proyectará la historia del Colón, para lo cual se utilizarán nueve proyectores de media tonelada cada uno, al  mismo tiempo, que más de cien artistas interactuarán en vivo con las imágenes desde un escenario.  Seguramente será un espectáculo fantástico. Pero, una pregunta bien intencionada, no sería políticamente correcto destinar ese presupuesto para los colegios de la ciudad de Buenos Aires que siguen, algunos de ellos, sin calefacción, otros, como el Mariano Acosta que para festejar el Bicentenario, los padres, docentes y alumnos, abrazarán la escuela, en reclamo de mejoras edilicias. O hacer las veredas con un cemento de mejor calidad, para que no se rompa a los meses de haberlas arreglado.

Pero esto, señores, es lo cotidiano. Tiremos plata al techo, si total no todos los días se festeja un bicentenario. Qué importancia tiene, si después del 25 de mayo, mi pibe tiene que ir con dos camperas a la escuela para no morir congelado o mi madre tiene que ir mirando con cuatro ojos para no caerse en algún pozo de la vereda o cuando los porteños, que somos bichos raros, se nos da por salir a andar en bote los días de lluvia, por los barrios de Palermo o Belgrano.

Si de bicentenario se trata, tomemos el Riachuelo como ejemplo. Su historia data de siempre, por ser un lugar estrátegico,  excelente puerto natural y un río de agua potable fue elegido por Pedro de Mendoza y, años más tarde, por Juan de Garay para fundar la ciudad de Buenos Aires. Riachuelo y ciudad son dos caras de la misma moneda.

En la época de la Revolución de Mayo y años posteriores, los saladeros, mataderos, curtiembres fueron instalándose en sus orillas, momento en el que comienza su degradación, de río se convierte en Riachuelo,y como Riachuelo, en cloaca de la ciudad.

Las primeras voces de ambientalistas empezaron a escucharse en 1871, durante la fiebre amarilla, viéndolo como el causante de la epidemia. Y ahí comenzaron los discursos, los proyectos y la venta de buzones.

Los años cambiaron las instalaciones, los saladeros se transformaron en fábricas, pero no las costumbres. Los desechos no dejaron de caer en estas, ahora, turbias aguas.

1810-2010. 200 años han pasado, discursos, palabras, tantas fueron que quedaron vacías de contenido, entre ellas cosas insólitas, que sólo en nuestro país, pueden acontecer, como la promesa de María Julia Alsogaray que » en 1000 días limpiaba el Riachuelo».

Vale, entonces, recordar que en el Bicentenario se cumplen también 200 años de contaminación que llevaron al Riachuelo a ser la más grave emergencia ambiental del país y el emblema de la contaminación ambiental. Teniendo en cuenta que a casi dos años de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que ordenó a los tres Estados (Nacional, Provincial y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) a sanear el Riachuelo, nada se a avanzado al respecto. Esto también es Bicentenario, no se festeja, pero tendría que estar presente en la agenda de los funcionarios.

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